Monday, April 11, 2011

Guatemala, abril 2011



Sábado, 2 de abril, 2011


¡Llegué!  Y mi peor pesadilla se hizo realidad.  No había nadie esperándome en el aeropuerto.  Después de unos minutos de pánico, le pide ayuda de un portero y él llamó al director de la escuela, Don Mario para enterarnos de qué había pasado.  Don Mario me dijo que pensaba que yo iba a llegar el LUNES.  ¡No lo podía creer!  Traté de controlarme y no gritarle a él, pero creía que el me decía que debería  tomar un "shuttle" a Antigua (yo no estaba segura ya que insistió en hablarme en español).  Y antes de hacer mis reservas, hablé con una mujer guatemalteca que me dijo que no era seguro tomar un bus durante la noche.  Sobre todo para las mujeres.  Por lo tanto, le dije a Don Mario que de ninguna manera iba a tomar el bus.


Afortunadamente, Don Mario pudo llamarle a un amigo suyo que es taxista, y aquél hombre me recogió y me llevo a Antigua.  ¡Fue mi salvador!  Era muy hablador, y tuvimos una charla muy placentera mientras estábamos en camino a Antigua.  Lo gracioso fue que él se perdió en Antigua y no podía encontrar la escuela.  Así que dimos vueltas en la ciudad varias veces antes de llegar, POR FIN, a la casa de mis anfitriones.


Estoy quedándome con una familia guatemalteca cuyo apellido es Pérez.  Conocí a todos (creo) pero ya que estaba tan cansada y tan nerviosa, no me acuerdo de sus nombres.  (La mujer se llama Annette y su esposo es Carlos, pero no me pregunte los nombres de los demás.)  Había muchas personas en la mesa (acabando la cena) incluso un hombre alemán que hablaba un español precioso.  Annette y Carlos me contaron sobre sus viajes a Alemania, así que me pregunto si el hombre aleman es un pariente.  Estoy segurísima que me explicaron quienes eran todos, pero estaba tan saturada que ya no podía pensar.




Domingo 3 de abril



Pasé el día explorando la ciudad.  Ya que no tengo ningún sentido de orientación me perdí más de una vez.  Pero creo que ahora conozco un poquito mejor la ciudad, y espero no volver a perderme. 


Leí unas pocas páginas de mi libro sobre la historia guatemalteca.  Me encantaría entender el porque América Latina y América de Norte se desarrollaron de maneras tan distintas.  Las dos zonas eran pobladas con gente indígena antes de la conquista.  Y comparten una historia parecida relacionada con ella.  Pero hoy en día hay una influencia indígena bastante fuerte en América Latina, pero no la hay en America del Norte.  En mi parte del mundo ya no queda mucha gente indígena, y aquellos que sí viven ahí viven muy aislados de los demás estadounidenses.  Además, los dos grupos no se mezclan.  Me pregunto si esto tiene más que ver con los conquistadores o con los que conquistaron.  Es muy curioso.  Por lo menos es curioso para mí.


Llegó otra alumna de la escuela Tecún Uman.  Se llama Lucette y es canadiense—de la parte de Canadá donde se habla frances.  Lucette habla un poco de inglés y casi nada de español.  Pero tiene una actitud muy positiva y no tiene miedo ni vergüenza de intentar comunicarse con los guatemaltecos.






Martes 5 de abril


Ayer conocí a mi profesora, que se llama Caty.  Me cae bien porque se rie de todos mis chistes, si los cuente bien o no en español, jeje.


Después de la clase y el almuerzo, tuvimos un recorrido por la ciudad con un guía de la escuela.  Somos solo 14 alumnos en este momento, y la gran mayoría son mujeres que viajan sola.  Según Annette y Carlos, los mochileros suelen venir a partir de mayo.


Leí un poco más de mi libro, y me dí cuenta de algo que debería haber sido obvio antes.  La razón por la cual los españoles no mataron a los indios era que los necesitaban como un recurso laboral—es decir que los indios eran los esclavos de los españoles.


Martes 5 de abril (en la noche)




Fui a la iglesia de la Merced esta tarde.  Y ahí vi algo que me llamó la atención más que la arquitectura.  Había una persona justamente fuera de la puerta de la iglesia, mendigando.  No puedo decir si era adulto o chico.  Tenía la altura de un niño, pero fue imposible adivinar su edad porque la cara no daba ninguna pista.  No sé describir su cara.  Tenía ojos enormes que sobresalían de las órbitas como si estuvieran a punto de saltarse de ellas.  De veras, me asustó cuando nos miramos.  Tenía otras malformaciones de la cara también, pero ya que los ojos eran tan, tan gigantes, ningún otro detalle me queda en la mente.


Bueno, cuando regresé a casa, encontré a Lucette (la mujer francesa que no habla español) y le pregunté si ella había visto a este muchacho.  Me dijo que no.  Pero de repente su cara cambió y fue obvio que quería decirme algo en su español chapurreado.  Me contó su relato en su propia marca de español-inglés-francés.  No sé si era su elección de palabras o el relato sí mismo que me hizo reír tanto, pero lo que había empezado con mi triste cuento del muchacho de la iglesia de pronto se convirtió en un par de mujeres muriéndose de risa.


Según Lucette, cuando ella llegó al aeropuerto y apenas había estado en Guatemala media hora, un hombre se le acercó y subió su camiseta en frente de ella.  El hombre era otro mendigo.  Él quería que Lucette viera una supuesta herida bajo la camisa.  Lucette dijo que el hombre tenía algo que según él, era su estómago dentro de una bolsa de plástico pegado a su barriga.  Pero también dijo Lucette que era imposible saber si era realmente el estómago.  Al verlo, Lucette se preguntó si era un pedazo de carne de vaca o cerdo.  Así que ahí estábamos, las dos mujeres riendo tanto que yo, personalmente, temía mojarme los pantalones.  Pero le dije a Lucette, "Pues, es mejor que un desconocido quiera mostrarte su chuleta de cerdo que su salchicha".






Jueves 7 de abril


Supongo que debería escribir un poco sobre la casa de los Pérez para recordar como es.  La verdad es que hay otras alumnas de la escuela que están envidiosas de nosotras (somos tres mujeres que estamos quedándonos con los Pérez).


No hay mucho que ver desde afuera de la casa, porque que la casa queda detrás de las empresas del Señor Pérez.  El señor es dueño de un taller, una lavandería de carros, y un restaurante.  Así que para entrar en la casa hay que pasar por el taller.  


Pero una vez que llegues a la puerta trasera del taller (que también sirve por el portón de la casa), todo cambia.  Es una puerta mágica a otro mundo.


Lucette dice que su reacción al ver el jardín por primera vez se hizo recordar del Taj Majal.  De verdad, es algo muy inesperado.  Hay un patio precioso con todo tipo de plantas, incluso una palmera en medio de todo.  El patio está rodeado por una veranda con sillas, bancas, y hamacas.  En las paredes del patio hay puertas de las habitaciones, la cocina, y el comedor.  No hay techo sobre la parte interior, pero sí lo hay sobre la veranda.  Me encantaría sentarme en la veranda cuando llueva.  Me parece que hay un sistema de tubería que lleva el agua fuera de la casa.  Pero ya que no hay techo en el centro del patio, la lluvia riega las plantas de manera natural.


La veranda de la casa.

También hay lianas que florecen con cientos de flores amarillas que atraen los colibrís. Creo que ésta es la parte de la casa que más me encanta.  Ojalá tuviera mi cámara buena para sacar fotos de las flores.  Ya tomé varias, pero dudo que vayan a salir bien. 









Hoy mi profesora me llevó al mercado de aire libre donde la gente de Antigua compra su comida y ropa (entre otras cosas).  A diferencia a las tiendas "botiques" en la zona turística, las tiendas del mercado no son tiendas en absoluto—sino puestos, pegados uno al otro sin paredes entre ellos.  Hay gente por todas partes, gritando (o tal vez mejor dicho, cantando) para vender sus productos.  Si mi profesora no hubiera estado conmigo, estoy segura de que me habría perdido.





Más tarde, Lucette y yo tuvimos una visita al Colegio de San Jerónimo al fin de la Avenida de Santa Lucía.  


A Lucette le encanta tomar fotos, incluso fotos de cosas que no se deben filmar.  En el mercado, algunas mujeres se había quedado dormidas mientras que estaban vendiendo cosas.  Y por supuesto Lucette tomó sus fotos, a pesar de que a ellas no les gustara.  A veces gente le dio una mala cara a Lucette, pero solía pasar después de que Lucette ya había tomado sus fotos.  


Pero sí, hubo una oportunidad que Lucette perdió:  Estábamos volviendo a casa y notábamos a un "caballero" preparándose para hacer pis en medio de la muchedumbre.  Mientras él sacó su "parte privado" Lucette sacó su videocámara, convirtiéndose en su álter ego japonesa.  Pero al empezar a filmar la escena Lucette sintió el ojo malvado de otro hombre, mirándola.  Y ella decidió que sería mejor apagar la cámara.


Luego, en casa, Lucette me dijo que había aprendido una nueva palabra: lamentar.  Porque lamentaba haberse perdido una oportunidad que rara vez se presenta. 




9 de abril, sábado


Esta mañana fui al volcán Pacaya (que quede cerca de Antigua).  Éramos ocho personas de cinco países diferentes.  Todos en la parte de atrás de la furgoneta hablaban inglés.  Fue graciosa oír todos los acentos.  


Cuando llegamos al parque del volcán, una agrupación de niños con palos se nos acercó, rodeándonos mientras que estábamos todavía dentro del microbús.  Un hombre suizo comentó que parecía que nos estaban acercándose para matarnos a golpes.  Fue muy chistoso, pero se me había ocurrido el mismo pensamiento.  Me hizo pensar en la película anciana "Frankenstein" en la cual los campesinos quieren acabar al monstruo.  


No es posible ir a ningún lugar en Guatemala (que yo sepa) sin ver a personas vendiendo cosas, ofreciendo servicios o pidiendo dinero.  Y el volcán era igual.  Cuando llegamos a la base de volcán llegó también la caballería.  Nos siguieron hasta la cima del volcán esperando que alguien se fallezca.  Yo le pregunté al hombre que me seguía en mis pasos "¿Cómo se llama los pájaros que comen la carne de los animales muertos?"  No creo que él se diera cuenta de que yo le estaba llamando un buitre.  Pero después de subir la mitad de la distancia a la cumbre, decidí que no sería mal aprovecharme de sus servicios. 
En la cima del volcán había grietas en la tierra (o más bien la lava) que se mantenían muy calientes.  Y fue posible tostar marshmallows.  Varios de mis compañeros lo hicieron.

Todos bajamos a pie.  Luego de bajar, regresamos a Antigua.  La calle tenía muchas curvas en las cuales estaba bien difícil pasar los otros vehículos que iban más lento.  Pero por supuesto eso no fue ningún obstáculo para nuestro "piloto".  Fue algo casi irreal, porque mientras él estaba pasando un camión tras otro (en zonas de no pasar) la radio tocaba una nueva versión "rap" de la antigua canción "Staying Alive".  Cuando oiga esa canción de aquí en adelante, voy a pensar en Guatemala. 




Domingo 10 de abril


Me desperté a las tres y media para hacer las maletas y prepararme para salir de Antigua.   


Desayuné con McDonald's dentro del aeropuerto porque no había otra opción. Después de comerlo, se me ocurrió que era un desayuno apto: una mezcla de los dos mundos por los cuales estaba a punto de atravesar; un plato que intentaba suavizar el golpe entre dos mundos tan distintos.  La caja desechable se decoraba con los arcos dorados de una empresa que, más que ninguna otra, representa los Estados Unidos. Pero en lugar de contener un rectángulo de tiras de papa saturadas con aceite, vino con bananos fritos, una cucharada de frijoles negros, y un par de tortillas. 

Miré en los arcos dorados de la caja y pensé en otro ícono cultural—el arco de Santa Catalina de Antigua.  Pensé en la gente guatemalteca, y esperaba que esta parte del mundo se guardara su encanto a pesar de los esfuerzos de los empresas gigantes del "primer mundo" a penetrarla.



Recordé la mirada de una niña maya que me pedía que comprara cosas en el parque central.  La veía día tras día, y nunca compré nada (salvo una foto suya por la cual me cobró un solo quetzal [12¢]). Ella tenía una tenacidad que me dio la esperanza de que lo bueno de Guatemala nunca cambiaría.